Reseña Las armas de Psique de Javier Ignacio Guevara
Las armas de Psique es una novela costarricense publicada en el año 2019 por Javier Ignacio Guevara. La obra es relativamente popular por ganar el Premio literario narrativo Alberto Cañas en el 2018. Este premio es entregado a obras de ficción tanto larga extensión como a antologías de cuentos.
No existe mucha información disponible en internet sobre el autor, pero de acuerdo con los archivos de la Biblioteca Nacional de Costa Rica, Javier ganó el concurso Joven creación en el año 1987 con la obra Evasiones. Además, publicó un par de cuentos de las que no fue posible encontrar mucha información: Freud versus Gilligan e Indefensa para la revista Revenar en el año 1988.
La obra presente consiste en una novela negra, ubicada en un país imaginario pero similar a Costa Rica. Se lee tanto como una parodia afeccionada del género, así como un ejemplo bastante bueno de este tipo de narrativa. Considerando que la obra aparece cerca de nueve años luego del pequeño “boom” de la novela negra en el país, cuando tanto Limbrick, (quien ya había ganado el certamen Una Palabra de la Universidad Nacional de Costa Rica con Mariposas negras para un asesino) como Quirós ganaron el premio nacional por las obras multi-parte Verano rojo y El laberinto del verdugo, es difícil no realizar ciertas comparaciones sobre todo en torno al tono, por lo que me disculpo por adelantado.
La trama de la novela de Guevara empieza sencilla pero se va complicando en el transcurso de historia. Un dealer adolescente roba una computadora en una fiesta. La computadora contiene un video sobre una pública teniendo relaciones sexuales con un menor de edad. El joven aparece muerto en su casa, y se corre la noticia de que fue un suicidio. A partir de ahí los héroes de la historia, Marabunta, un taxista pirata con cientos de contactos, y Baltazar Gracian, plomero aficionado a las historias de misterio y con amplios conocimientos de psicología y filosofía amigos del joven se ven envueltos en una complicada trama que los lleva a descubrir una conspiración que involucra sociedades secretas, grupos farmacéuticos y políticos corruptos. Al tiempo que son acompañados por otros personajes memorables como la hacker Casandra o el investigador privado Mack Capra, quienes forman un pequeño grupo de inquisidores y se unen a la aventura personal de Garcian y Marabunta para encontrar “la verdad” detrás del misterioso grupo RomaCM y el vídeo robado el chico.
Psique es una novela fácil de leer. Los capítulos son cortos y el ritmo es trepidante. En las ocasiones cuando los personajes logran descubrir eventos de la historia antes que el lector, Javier se toma el tiempo de explicar el flujo lógico que utiliza Baltazar para lograr sus conclusiones. Por momentos, el ritmo narrativo resulta similar a una película de acción, las escenas son muy visuales y lo que facilita recordar eventos que luego son reinterpretados por el narrador en la investigación. Ocasionalmente se incluyen breves capítulos retrospectivos que explican las relaciones entre los personajes y los pequeños dramas personales que los han convertido en las personas que son ahora.
El ritmo de la obra, en donde los personajes participan en pequeñas misiones y luego las discuten en una base de operaciones me recuerda mucho a los videojuegos de “aventura gráfica” que jugaba de chico. La química de los protagonistas, y los tintes humorísticos entre sus conversaciones me recuerda a video juegos como Broken Sword o Gabriel Knight. Los momentos graciosos así como los episodios de cotidianidad permiten romper la tensión creciente que aparece en las escenas de acción.
Esto es quizás una de las mayores diferencias en tono con respecto a las novelas de Limbrick o Quirós. Psique ocurre en un país ficticio que aunque no es difícil imaginarlo como Costa Rica sus críticas no son tan pesadas como las de los otros autores. Es decir, en la obra de Quirós mientras el protagonista explora el misterio de la novela también está explorando un episodio olvidado de la historia patria como es el atentado de la Penca. La investigación no es solo en un plano narrativo, es una exploración histórica en torno al mito de la no participación bélica del país en los conflictos centroamericanos. Por otro lado, Limbrick en Mariposas negras (no he leído Laberinto aún), utiliza el tema de la investigación como una metáfora en donde el protagonista explora el submundo josefino y su relación con la cara visible de la política nacional. Aunque ambas contienen cierto sentido de humor, este se presenta sombrío. Es un humor cínico, que permite a los autores representar el mundo de los protagonistas como un lugar desesperanzador en donde lo jocoso oculta lo horrible de la realidad.
Mientras que en el caso de la novela de Guevara el mundo se siente menos oscuro. Suceden asesinatos, hay sociedades secretas y políticos corruptos pero la violencia existe únicamente en estos espacios ajenos de la vida honrada del resto de la población. Aunque el mundo narrativo hace alusiones a la capital costarricense no se encuentra permeado por el realismo cínico de las otras obras. El universo literario de Guevara es optimista, las personas comunes se pueden oponer al poder y por lo tanto tienen capacidad de transformar sus circunstancias. Al igual que en las clásicas historias del pulp, los personajes poseén habilidades excepcionales; quienes atienden un café internet pertenecen a una orden de hackers, otros civiles guardan una doble identidad como vigilantes al estilo del Avispon Verde. Aunque en ambos casos las historias tienen aire de ser novela policiaca, el tono en que se cuenta la historia es distinto; el universo de Psique es mundo colorido y no son los escenarios sombríos de las obras que iniciaron la ola de novela policiaca en el país.
A manera de conclusión me gusto bastante esta obra, pero no creo que sea para todo gusto. La historia te atrapa y es difícil leer un solo capítulo ya que la historia siempre nos deja con ganas de más. El aire pulp en que se narra la historia hace que sea un poco más accesible que otros ejemplos del género que son más oscuras, al mismo tiempo que puede alienar algunos lectores que prefieren una estética similar al realismo oscuro. El autor juega mucho con los clichés de este género literario así como de las expectativas del lector en torno hacía donde va la investigación, esto crea un efecto curioso en donde el lector intuye hacia dónde va la historia que es utilizado por Guevara para jugar con estas expectativas incluyendo giros en la trama o modificando el rol que algunos personajes cumplen. Me da curiosidad de leer Evasiones, para ver si este estilo inicio en esta obra y ver los cambios en un autor que publicó su segunda obra treinta años después.